25 de julio de 2010

Ilusión, trampa.


¿Por qué siempre caemos en la trampa de la ilusión? ¿Alguien me lo explica? Supongo que no hay respuesta.
Siempre me pasa, es algo que no tiene solución en mí. Y lo peor de todo es que la mayoría de veces no lo quiero reconocer. Como si fuera poco siempre me pasa con el tema "amor" -si es que así se lo puede llamar, porque otros lo llaman "juego"-.
La ilusión es invisible, es tramposa. Te das cuenta que te ilusionaste una vez que todo lo que parecía real se pinta de blanco y negro. También notás que te te ilusionaste cuando te preguntás cómo pudiste haber imaginado y creer todo ese cuento. Y pensás cuándo y cómo fue que te metiste en toda esa mentira.
Es como vivir en una burbuja de sueños, es como intentar imitar los cuentos de Disney; imaginarte que sos La Bella Durmiente, o tal vez, Cenicienta.
Ilusionarse es feo, más bien horrible, detestable, nocivo, dañino. Te hace sentir plenamente idiota. Te hacer ver otra realidad (la conveniente para vos).
En el momento que ves la pura realidad te das cuenta que estabas metido en un gran abismo. Entonces empezás a caer, a preguntarte quién te mandó a engancharte con eso. Y claro, ahora no lo podés dejar, es como un vicio. Lo necesitás una y otra vez. Y como si fuera poco, decís que lo vas a dejar, que no te incumbe, y que no te hace falta. Cuando en realidad, te ilusionaste tanto, que lo necesitás como el aire que te hace vivir.

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