Siempre cinco para el peso, siempre abrazo, nunca un beso, y ahora ni torta ni pan.
Sólo me quedan recuerdos de ese sueño momentáneo, viejos tiempos de adicción.
A planteos poco cuerdos, al placer del desengaño, a la dulce confusión.
Sólo me queda el consuelo de saberme muy tranquilo; yo ya sé que la peleé.
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